viernes, 3 de septiembre de 2010

Marcelo Bravo: “Todos los días de mi vida pienso en volver a jugar al fútbol"

Nacido el 10 de enero de 1985 en Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, debutó en Velez Sarsfield en el año 2003.
Por una hipertrofia cardiovascular tuvo que abandonar el fútbol en 2005, año en el que fue campeón del Clausura con el Fortín.
Jugó un total de 50 partidos y convirtió 5 goles.
Participó del Sudamericano Sub-20 jugado en Colombia con la Selección Argentina.


- ¿Cómo recibiste la noticia de que tenías que dejar de
jugar al fútbol?


– Llegué un lunes a entrenar, le habíamos ganado el domingo a Gimnasia (de La Plata) 6 a 0 y yo había hecho un gol. Me terminé de cambiar y viene Miguel (Russo) y me dice que tenía que hablar conmigo, fuimos al vestuario de los técnicos. Me acuerdo que cuando entramos, estaban los médicos del club y me dijeron que unos estudios de rutina que me habían realizado, no habían salido bien y que en principio por precaución, debería parar. Me quedé helado, contra el Lobo había corrido como nunca.
Me largué a llorar. Russo llamó a mis padres y se vinieron hasta la Villa Olímpica, los médicos les dijeron lo que me habían dicho a mí. Nos subimos al coche y el viaje de vuelta fue terrible, llegamos a casa y me tiré a llorar en mi pieza. Fue muy duro.



- ¿Pensaste en seguir jugando a pesar de todo?

- Sí, todos los días de mi vida pienso que va a salir algún medicamento o algo, que me haga volver a jugar al fútbol. (En ese momento se le quebró la voz y se lo notaba sollozo, así siguió el resto de la entrevista). Los primeros meses después de que me dieron la noticia, hablé con mi viejo y le dije que iba a seguir jugando igual. No me importaba lo que me pasara. A medida que transcurrieron los días, hablando permanentemente con los médicos, me explicaron bien lo que era mi enfermedad y entendí que primero está la vida y a pesar de lo que me dolía, tenía que dejar de jugar y seguir mi vida.
Me hicieron estudios de alta complejidad en Córdoba, los llevaron a Estados Unidos porque no se sabía bien qué era lo que tenía, cual era la enfermedad. En todo momento tuve la esperanza de que fuera todo un error médico y que no estaba enfermo. Finalmente, se determinó que era imposible que siguiera jugando porque tenía una cardiopatía que no me permitía hacer deportes de alto rendimiento.



- ¿Cómo te acostumbraste a tu nueva vida?


- Al principio fue muy duro. El cambio fue abismal. Cuando jugás en Primera, te llaman para hacer reportajes, vas de un lado al otro, sos famoso, la gente te reconoce por la calle (aunque eso no me gustaba mucho). A nivel económico, cuando gané mi primer partido en Vélez, llegué al vestuario y tenía cuatro mil pasos de premio. No podía creer, ganar esa plata por 90 minutos de fútbol.


- ¿ Cómo lograste superar los peores momentos?


- Mi familia fue fundamental. En su momento, me ofrecieron un montón de psicólogos, me llamó el de la Selección, el de Vélez, pero no creía que me hiciera falta. Me costó mucho, la peor parte la llevo la gente que me rodea, amigos y familiares, mi novia, por un tiempo no fui el Marcelo que era antes de haber recibido esta noticia. Estaba muy cajoneado, de mal humor, no hacía chistes, pero con el tiempo fui saliendo de a poco. Hace rato que lo tengo asumido.


- ¿Cuál es tu sueño?


- No pierdo las esperanzas de volver a jugar. Tengo 25 años, soy joven todavía, hasta los 35, nadie me va quitar la ilusión. Ese sería mi gran sueño. Ahora estoy trabajando en las inferiores de Velez (Sarsfield) y mi sueño es el de progresar como director técnico y algún día poder dirigir Primera División.  
 
 

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